DW, 21/03/2021
La igualdad es un valor central del orden europeo de posguerra, pero el racismo estructural e institucional persiste en muchos países. Para Dunja Mijatovic del Consejo de Europa, es hora de abordar la desigualdad racial.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales, en dignidad y en derechos. Este principio, consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, ha estado en el centro de la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y es la base del sistema internacional de derechos humanos.
Lamentablemente, los afrodescendientes, demasiado a menudo, no son tratados de forma acorde a este principio. A pesar de todos los avances logrados en el campo de la igualdad y la no discriminación, todavía están sujetos al racismo estructural e institucional en muchos países europeos.
Si usted es afrodescendiente, tiene más probabilidad de sufrir discriminación en el mercado laboral, en la educación, la atención médica y la vivienda que una persona blanca, y de que la policía lo detenga y inspeccione.
Aunque la mayoría de los estados europeos no recopilan datos sobre discriminación racial, algunos informes dan una idea de la magnitud del problema.
En Francia, una encuesta de la autoridad independiente Defenseur des Droits (Defensor de los Derechos) mostró que los jóvenes de ascendencia árabe y africana tenían 20 veces más probabilidades de ser detenidos y registrados que cualquier otro grupo masculino. Se han identificado problemas similares en otros países, incluidos Bélgica, Dinamarca, Chipre, Irlanda, Italia, España y el Reino Unido, según Equinet, la Red Europea de Organismos de Igualdad.
En Rusia, un informe de la ONG Levada Center, encargado por el Congreso Judío Ruso, mostró una mayor predisposición negativa hacia los afrodescendientes o "migrantes de África", mientras en Finlandia, un informe de 2017 sobre la discriminación experimentada por los afrodescendientes, reveló que la mayoría de los encuestados se ven discriminados de forma regular.
Un informe parlamentario reciente en el Reino Unido destacó que la tasa de mortalidad de las mujeres negras durante el parto es cinco veces mayor que la de las mujeres blancas y que más del 60% de las personas negras en el Reino Unido no cree que su salud esté igualmente protegida por el Servicio Nacional de Salud (NHS), en comparación con los blancos.
Sin las mismas oportunidades de educación
La última encuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE sobre este tema muestra que el 18% de los encuestados de entre 16 y 24 años no tiene un trabajo remunerado ni cursa estudios o formación, con diferencias sustanciales entre países. También muestra que uno de cada cinco encuestados afrodescendientes se siente discriminado racialmente en su acceso a la vivienda.
En una encuesta publicada en 2018 por la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos de Irlanda, las personas afrodescendites resultaron desfavorecidas en el acceso a los mejores puestos de trabajo, a pesar de sus altas calificaciones.
La violencia física y verbal es otro problema al que se enfrentan los afrodescendientes. En Portugal, defensores de los derechos humanos y legisladores afrodescendientes fueron atacados y recibieron amenazas de muerte. La exministra italiana de Integración Cecile Kyenge y la exministra francesa de Justicia Christiane Taubira han sido en repetidas ocasiones blanco de insultos racistas.
Negación generalizada
Veo una continuidad entre esta situación y las injusticias que los negros en Europa han venido sufriendo durante generaciones. Sin embargo, existe una negación generalizada de este problema.
La promesa incumplida de igualdad traiciona una larga tradición política, filosófica y judicial que sitúa este principio en el corazón de las democracias europeas. Tanto el Tribunal Europeo de Justicia como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, así como el Comité Europeo de Derechos Sociales y las instituciones de Naciones Unidas, cuentan con una cuantiosa jurisprudencia sobre la aplicación de este principio.
Un afrodescendiente tiene veinte veces más probabilidades de ser parado y registrado por la policía que cualquier otra persona.
Sin embargo, los estados parecen tardar en frenar las prácticas discriminatorias que mantienen a los afrodescendientes como ciudadanos de segunda clase en nuestras sociedades. Para revertir la situación, los países europeos deberían dar máxima prioridad a la lucha contra el racismo y la discriminación racial.
Combatir el racismo a través de la legislación y la educación
Deben abordar las raíces del racismo, el legado del pasado colonial y la historia de la esclavitud. También es necesario luchar contra la incitación al odio y contra los delitos racistas de forma más sistemática. Otro campo crucial de intervención es el policial. Los Estados deben acabar con la práctica de elaborar perfiles raciales y contra la impunidad de los delitos racistas cometidos por agentes del orden.
También hay que reforzar las leyes y los procesos para garantizar la igualdad en el acceso a la educación, el empleo, la vivienda y la atención de la salud.
Sin embargo, el cambio no se logra solo a través de la legislación. Los esfuerzos en educación son cruciales. Los planes de estudios escolares deben reflejar mejor la historia y el patrimonio cultural de los afrodescendientes y su contribución al desarrollo de nuestras sociedades.
No faltan herramientas legales, profesionales y financieras para lograr todo esto. Lo que falta es voluntad política. Los países europeos ya no deberían ignorar la afrofobia. Ya es hora de que actúen para reducir la brecha entre la promesa de igualdad para todos y la realidad.
Dunja Mijatovic es la Comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, cuyo Tribunal Europeo de Derechos Humanos tiene la tarea de hacer cumplir el Convenio Europeo de Derechos Humanos.