El termalismo - el uso terapéutico de las fuentes termales - ha caracterizado Europa desde la antigüedad hasta nuestros días. Muchas de las ciudades que atraviesa esta ruta eran conocidas en la época romana, y algunas poseen ruinas impresionantes de baños y edificios asociados. Las ciudades más famosas alcanzaron su apogeo en los siglos XVIII y XIX, cuando aparecieron muchos tratamientos médicos nuevos, y cuando la llegada del ferrocarril facilitó los desplazamientos. Puede decirse que la prestigiosa élite política y cultural que viajaba a las termas europeas, creando centros de intercambio cultural en muchas ciudades, sentó las bases del turismo moderno tal y como lo conocemos en nuestros días. Estas personalidades consolidaron la reputación de las ciudades termales y marcaron una nueva tendencia, a saber, el desarrollo de prestigiosos hoteles y de diversas actividades de ocio, que abarcaron desde los primeros casinos y teatros musicales, hasta paseos cubiertos y zonas ajardinadas para el esparcimiento de estos refinados turistas.

Patrimonio

Baden-Baden, Bath, Budapest, Karlovy Vary, Spa y Vichy son sólo algunas de las ciudades termales europeas más famosas, pero Europa alberga otras muchas ciudades termales con una personalidad urbana única, diferentes estilos arquitectónicos y distintas tradiciones termales, construidas en torno a la cultura del baño en aguas termales o de la cura de aguas termales. Esta cultura, con toda su variedad y sus diferentes características locales, puede considerarse realmente un patrimonio europeo único. 

Viajar hoy en día

Actualmente, nuestras ciudades cuentan las historias de una memoria europea notable a través de festivales y eventos anuales y de numerosas actividades artísticas y creativas en las que los turistas pueden participar. Ante todo, el viajero puede disfrutar de los placeres y beneficios de las aguas termales, relajarse y experimentar una verdadera tradición multisensorial.