En poco más de cuatro años, 52.000 seres humanos —entre judíos, romaníes y sinti, personas LGBTI, opositores políticos y otros— fueron encarcelados en Natzweiler-Struthof. Veintidós mil personas perdieron la vida allí. La crueldad absoluta —la maldad flagrante— supuso un enorme golpe para muchos de los prisioneros y les resultó muy difícil de asimilar. «No tenía ni idea de esto», dijo más tarde el noruego Hans Christian Qvist a sus compañeros de prisión, y añadió: «No me había percatado de que la brutalidad humana pudiera tener tales expresiones».
El sábado 14 de septiembre, descendientes de deportados de Noruega y los Países Bajos, así como de Francia, Alemania, Italia y Luxemburgo, acudieron al emplazamiento del campo de concentración de Natzweiler-Struthof para asistir a una ceremonia conmemorativa del 80.º aniversario de la evacuación del campo.
«La memoria es nuestra forma de mostrar respeto y honrar a las víctimas de esos crímenes. Pero creo que también subraya la importancia de aprender y reaprender, y volver a aprender de nuevo, de las terribles lecciones de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto en particular», declaró el secretario general adjunto Berge. (Leer más...)