“Hoy recordamos a los miles de hombres y niños asesinados únicamente por su etnia y religión durante el genocidio de Srebrenica. Honramos su memoria, las vidas perdidas que no podrán reemplazarse y la dignidad y la valentía de las familias que han perdido a sus seres queridos. Su dolor y sufrimiento siguen siendo reales y palpables.
Cuando el odio conduce a crímenes de este tipo es difícil encontrar las palabras para expresar cuán profunda es la falta de humanidad o cuán profundo es el sufrimiento que causa.
Sin embargo, debemos guardar estos acontecimientos en el primer plano de nuestra conciencia. Saber lo que los seres humanos siguen siendo capaces de hacerse unos a otros nos recuerda la profunda responsabilidad de prevenir los prejuicios, la discriminación y la violencia que han salpicado la historia de nuestra continente.
En un momento en el que el nacionalismo extremo intenta reafirmarse en algunos lugares de Europa, recordemos la importancia crítica de la dignidad, la decencia y los derechos fundamentales. Recordemos Srebrenica y aprendamos de ello”.