Discurso de la comisaria para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatović, en el acto organizado por el Instituto Alemán de Derechos Humanos (Deutsches Institute für Menschenrechte) y la Academia Evangélica de Berlín (Evangelische Akademie zu Berlin) con motivo del 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Querida Beate, señoras y señores:
Es para mí un gran placer estar con ustedes hoy para contribuir al debate sobre el estado de los derechos humanos en Europa 75 años después de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH).
Cuando se adoptó la DUDH, el panorama de los derechos humanos en Europa era muy diferente. La pena de muerte era por lo común legal y las secuelas de la Segunda Guerra Mundial habían dejado a cientos de miles de personas a la espera de ser repatriadas o reasentadas. En aquella época, innumerables refugiados huían al otro lado del Telón de Acero, la homosexualidad seguía estando penalizada y las mujeres aún no habían obtenido el derecho al voto en muchos países.
Hoy, el edificio de los derechos humanos acoge a muchas más personas, liberadas de la opresión y la pobreza y empoderadas para vivir la vida que desean. Sin embargo, este edificio, por muy importante que sea, todavía no se ha terminado de construir.