Para estar preparados para combatir el discurso de odio en tiempos de crisis deben modificarse los marcos jurídicos, reforzarse las medidas de aplicación de la ley, fortalecerse la colaboración entre los medios de comunicación, las organizaciones nacionales de derechos humanos y los organismos de igualdad, y apoyar prioritariamente a aquellos y aquellas contra los que se dirige el discurso de odio. Estas son algunas de las principales recomendaciones que ofrece a los Estados miembros del Consejo de Europa el nuevo estudio que encargó y ha publicado hoy el Comité Director sobre la lucha contra la Discriminación, la Diversidad y la Inclusión (CDADI).
El estudio analiza el discurso de odio que se dio en Europa durante las crisis de los últimos años, como la pandemia del Covid-19 y la agresión militar a gran escala de Rusia contra Ucrania desde febrero de 2022, las respuestas de las autoridades estatales y de otros actores. Señala desafíos y lecciones aprendidas de estas respuestas y da algunas recomendaciones sobre cómo abordar las crisis.
Las crisis pueden exacerbar el discurso de odio dirigido hacia individuos o grupos específicos que son considerados responsables de ellas y también pueden agravarse debido al discurso de odio. El discurso de odio en tiempos de crisis puede basarse en narrativas discriminatorias o de odio ya existentes, pero también puede desencadenar y multiplicar nuevas narrativas.
El estudio desarrolla dos ejemplos de caso de discurso de odio online, basándose en los datos recogidos de las redes sociales por una plataforma de software especializado y en los cuestionarios y entrevistas realizados a los principales actores de siete países en los que se centra el estudio: Albania, Alemania, la República Eslovaca, Italia, Letonia, el Reino Unido y Rumanía.
La pandemia del Covid-19, acompañada de la “infodemia” (exceso de información sobre la crisis sanitaria, incluida información falsa y engañosa), ha supuesto un enorme aumento del discurso de odio contra individuos y grupos (como chinos o personas de ascendencia asiática, migrantes y refugiados, minorías nacionales); antisemitismo renovado (a través de las teorías conspirativas) y narrativas de odio entrelazadas. Los romaníes y pueblos itinerantes de diversos países de Europa también se han visto particularmente afectados, un ejemplo de caso de Rumanía ilustra esta realidad.
El segundo caso se centra en el discurso de odio online relacionado con la agresión militar a gran escala de la Federación de Rusia contra Ucrania que ha fomentado una retórica violenta y deshumanizadora y un discurso de odio en algunos países y a lo largo de Europa, oponiéndose a la Federación de Rusia y a “Occidente” y diseminando odio contra Ucrania, los ciudadanos ucranianos y los refugiados de Ucrania a través de campañas de desinformación. El discurso de odio nacionalista ha sido utilizado para desencadenar y alimentar el conflicto. Su circulación también representa un reto para el sector mediático y los intermediarios de internet, a los que se pide que desmonten las narrativas de odio y proporcionen al público información objetiva sobre la agresión de la Federación de Rusia.
El estudio también subraya que las personas migrantes y refugiadas siguen siendo uno de los principales objetivos del discurso de odio en tiempos de crisis en todo el continente. Los atentados terroristas en varios lugares de Europa han avivado los sentimientos xenófobos. El odio contra las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) -y en particular contra las personas transgénero- se refuerza durante las crisis, lo que exige intervenciones institucionales efectivas. Las grandes crisis suelen también alimentar el discurso de odio antisemita.
Los retos a la hora de combatir el discurso de odio durante las crisis son numerosos: distinguir la libertad de expresión del discurso de odio, la dificultad de acceso a los datos sobre el discurso de odio en internet, la eliminación rápida del discurso de odio online, dedicar recursos suficientes para poder reaccionar rápidamente e invertir precisamente en mejorar la educación y la formación, por nombrar algunos.
Ya se han dado pasos importantes -por parte de diversos actores a diferentes niveles-, como la aplicación de medidas legales para combatir el discurso del odio, campañas coordinadas en internet y en la calle por parte de las fuerzas del orden y otras redes de actores, iniciativas educativas y de contra-discurso y algunas acciones de apoyo a las personas contra las que se dirige el discurso de odio.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer para mejorar la preparación para prevenir y combatir el discurso de odio en tiempos de crisis. Los autores del estudio destacan que hay que reconocer que puede ser difícil modificar las marcos jurídicos, establecer procedimientos eficaces para combatir el discurso de odio o introducir cambios sustanciales rápidamente en las políticas o las prácticas en tiempos de crisis. Por eso es esencial dar pasos para preparar unas buenas condiciones de cohesión social y unos mecanismos sólidos de respuesta al discurso de odio en tiempos normales para garantizar un mayor nivel de resistencia al discurso discriminatorio y de odio y permitir una intervención rápida y eficaz en tiempos de crisis.
El estudio se basa en la Recomendación CM/Rec(2022)16 del Comité de Ministros a los Estados miembros para combatir el discurso de odio, adoptada en mayo de 2022.