Hoy, lunes de Pascua, día sagrado de reflexión en la tradición cristiana, el mundo ha perdido a un pacificador.
El Consejo de Europa lamenta el fallecimiento del papa Francisco, cabeza de la Iglesia Católica Romana y de la Santa Sede, uno de nuestros Estados observadores, y ferviente defensor de los valores europeos.
Reflexionando sobre el legado de la generación de posguerra, el papa Francisco nos recordó durante su última visita a nuestra organización en 2014 que el proyecto de nuestros padres fundadores era “reconstruir Europa en un espíritu de servicio mutuo, un principio que, incluso hoy, en un mundo más inclinado a pedir que a servir, debe seguir siendo la piedra angular de la misión del Consejo de Europa: defender la paz, la libertad y la dignidad humana”.
El papa Francisco ha sido un líder de nuestro tiempo.
El secretario general del Consejo de Europa, Alain Berset, ha ensalzado la memoria del papa Francisco en estos términos: “Tuve la oportunidad de reunirme con el santo padre en varias ocasiones, donde hablamos de los esfuerzos por la paz y de la humanidad, desde Ucrania a Colombia, a la República Democrática del Congo o Bangladesh. También hablamos del cambio climático, que veía no solo como una emergencia ecológica, también como un imperativo moral, y de la guerra en Ucrania, una tragedia humana que, a sus ojos, era también prueba de nuestros valores compartidos.
Lo que más me impresionó fue su inquebrantable claridad moral, promoviendo la justicia y la reconciliación, defendiendo el multilateralismo y el derecho humanitario.
Que la vida y el legado del papa Francisco sigan inspirándonos para ayudarnos y defendernos los unos a los otros, en nuestro continente y en el resto del mundo”.