Tras la decisión de ayer del Comité Olímpico Internacional de no permitir participar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 a los atletas rusos y bielorrusos, y en respuesta a un llamamiento de los campeones olímpicos ucranianos* instando a que la APCE siga apoyando la exclusión total de los atletas rusos y bielorrusos de estos Juegos Olímpicos, el presidente de la APCE, Theodoros Rousopoulos, ha realizado la siguiente declaración:
“Los Juegos Olímpicos nacieron en mi país, Grecia, hace unos 3000 años, y se organizaban cada cuatro años en la ciudad de Olimpia en el Peloponeso. El Olimpismo renació -gracias a Pierre de Coubertin- con los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en Atenas en 1896. Es una filosofía que fomenta el respeto de los principios éticos fundamentales universales, especialmente la integridad, el respeto y la amistad. Está muy claro que los principios fundamentales del Olimpismo se oponen, por definición, a la guerra.
Así que planteo la pregunta: ¿deberían participar en los Juegos Olímpicos los atletas de un país que ha invadido a otro? O dicho de otro modo: ¿podemos condenar a Rusia por bombardear a los civiles ucranianos, secuestrar niños, torturar prisioneros, llevar a cabo masacres… y a la vez aplaudir a sus atletas? ¿Sabiendo que muchos de estos atletas forman parte actualmente del ejército ruso y la gran mayoría de ellos reciben salarios del Estado? ¿Es éste el espíritu del Olimpismo?
En la Asamblea Parlamentaria, que reúne parlamentarios de 46 países, debatimos sobre esta cuestión varias veces. Hemos oído diferentes opiniones y hace un año adoptamos una resolución con una respuesta clara: los atletas rusos y bielorrusos no deberían competir en los Juegos Olímpicos de París. ¿Por qué? Porque su participación sería un insulto a los atletas ucranianos, varios de los cuales han muerto debido a la guerra, y la mayoría de los cuales no pueden entrenarse adecuadamente debido a la destrucción de las infraestructuras deportivas.
He escuchado a algunas personas sugerir que los atletas y deportistas no deberían ser responsables de las decisiones de sus gobiernos. No seamos ingenuos. Cualquier victoria de estos atletas, incluso bajo una bandera neutral, podría celebrarse -y utilizarse- como herramienta de propaganda, creando una narrativa de aceptación y normalización que reste importancia a la gravedad de las acciones de los gobiernos ruso y bielorruso.
Lamento que el Comité Olímpico Internacional haya decidido no seguir nuestro llamamiento, pero le insto a que aplique estrictamente los criterios que ha establecido para la participación de los atletas rusos y a que garantice que ninguna participación de ciudadanos rusos o bielorrusos sea utilizada como propaganda.
Esta es ahora la mejor manera de potenciar los valiosos objetivos de paz e igualdad que el movimiento Olímpico ha encarnado durante miles de años”.
*Carta enviada al presidente de la APCE por Daria Bilodid, Oleg Verniaiev, Maryna Bekh-Romanchuk, Olga Kharlan, Oleksandr Abramenko, Yaroslava Mahuchikh, Maryna Aleksiiva, Vladyslava Aleksiiva, Mykhailo Romanchuk y Yurii Cheban.