La violenta desintegración de Yugoslavia a principios de los 90 consolidó en el Consejo de Europa la determinación de redactar un tratado específico jurídicamente vinculante para la protección de las minorías nacionales. Así nació, hace veinticinco años, el Convenio marco para la Protección de las Minorías Nacionales. “Podemos comprobar que los principios y derechos clave establecidos en el Convenio marco son tan relevantes hoy como lo eran en los 90”, ha declarado Petra Roter, presidenta del Comité consultivo del Convenio.
“El Convenio marco pretende que las personas que pertenezcan a minorías sean iguales jurídicamente y en la práctica, que puedan perseverar, promover y desarrollar sus identidades y que puedan participar de manera efectiva en todos los ámbitos de la vida en las diversas sociedades en las que viven y a las que contribuyen”, continuó. “Pero, lo más crucial, también allana el camino de la integración y la coherencia social y, en consecuencia, el de la paz y estabilidad en el Estado y en la comunidad internacional”.
“Lamentablemente, un instrumento que vino al mundo a raíz de un conflicto violento, 25 años después vuelve a ser testigo de la guerra en Europa. Lo demuestra muy claramente el uso indebido por parte de la Federación de Rusia de los derechos de las minorías como pretexto para agredir a Ucrania”, recordó. “La dramática situación de las personas pertenecientes a minorías nacionales y pueblos indígenas en Ucrania, —en especial los tártaros de Crimea, que una vez más han tenido que huir de sus hogares— es una mancha en la conciencia de Europa”.
Veinticinco años de aplicación de los principios del Convenio han dado sus frutos. “En toda Europa existe ya una sólida legislación sobre minorías y contra la discriminación y nuestras recomendaciones continúan siendo utilizadas, no solo por las autoridades a las que se dirigen, también por la sociedad civil y por organizaciones de minorías para defender sus derechos”, dijo la presidenta.
Sim embargo, persisten viejos retos a la vez que surgen nuevos. Roter habló en particular de las narrativas nacionalistas que pretenden proclamar la unidad nacional y sirven para excluir a las minorías nacionales. “La política identitaria que pretende dividir a las personas y comunidades no contribuye a los principios y objetivos del Convenio marco”.
Un aniversario es una oportunidad para mirar atrás y rememorar el pasado, pero también para mirar hacia delante. Seguimos convencidos, concluyó Roter, de que el Convenio marco “nos proporciona las herramientas para seguir mejorando, para seguir defendiendo el avance de los derechos de las minorías, y para restaurar la paz, la seguridad y la estabilidad en Europa”.